Estaba amaneciendo cuando José Luis Bolart, de 27 años, y su esposa Emilse Carolina Miranda, regresaban de una fiesta de cumpleaños a la que habían asistido la noche anterior. Él era padre de dos hijos y trabajaba como encargado de taller en una empresa de venta y mantenimiento de máquinas industriales desde hace casi 10 años.
La pareja circulaba poco antes de las 7 por la avenida Néstor Kirchner al 3100. Estaba a cinco cuadras de su domicilio, pero frente a un corralón detuvo su marcha porque se le había pinchado la rueda de su vehículo.
El ataque
Mientras el joven estaba agachado colocando el gato del auto para colocar la rueda de auxilio, dos hombres que se movilizaban en motocicleta se acercaron, lo apuntaron con un arma e intentaron quitarle sus pertenencias. Sin darle tiempo a nada, uno de ellos le disparó y luego se dieron a fuga, sin llevarse nada.
Su esposa, en medio de la desesperación, intentó ayudarlo y lo acomodó en el asiento trasero del rodado. Pidió una ambulancia y luego llamó a su suegro, con quien comparte domicilio.
Luis Alberto Bolart, padre de José Luis, cerca de las 7 atendió una llamada de Miranda, quien “muy conmocionada y en llanto” le gritaba que habían disparado a su hijo. Atravesó corriendo las tres cuadras que separan su casa del barrio Los Lapachos del lugar del ataque. Allí halló a su hijo en la parte trasera del vehículo bañado en sangre y agonizando; alrededor del auto también había un charco de sangre.
Larga espera
“Todavía estaba vivo; me decía que le dolía mucho; no aguantaba verlo así”, relató entre lágrimas. Explicó que se hicieron eternos los minutos que esperaron que llegara la ambulancia que lo trasladó hacia el hospital Padilla-
Bolart estaba con vida cuando lo ingresaron al centro médico y fue sometido a una cirugía de urgencia para remover la bala atrapada en su cuerpo. El proyectil había ingresado por la axila izquierda afectando órganos muy sensibles, según confiaron fuentes médicas. Pero en medio de la operación falleció. “Nos dijeron que tuvo un paro porque su estómago se llenó de sangre”, manifestó el padre.
Horas más tarde el auto fue trasladado hacia una comisaría, todavía con la rueda en llanta, para ser sometido a una serie de pericias.
Familiares y amigos del encargado se reunieron afuera del hospital para acompañar a Emilse Miranda, quien dejó a los pequeños, una nena de 7 y un bebé que cumple un año el 21 de febrero, en la casa con sus suegros.
“Era excelente, hace más de ocho años que trabajamos juntos y nunca tuvo problemas con nadie; todos en la empresa lo querían”, dijo José María Bernardo, colega y amigo de Bolart.